¿Por qué escribir?

¿Por qué escribir? ¿por qué?

Escribir para expresar tus ideas, para reflejar tú individualidad, escribir para trascender en el tiempo, para dejar constancia de tu existencia, escribir para evitar que el fuego te queme por dentro y convierta todo en cenizas precederás que se esfuman cuando llega el viento.


Escribir como un arrebato, como ese grito que no siempre se puede expresar, y que si se puede, luego se convierte en algo más. Como quien escribe sobre una servilleta y luego la abandona al viento o para otro uso práctico.

Escribir para vencer a la muerte. Escribir porque somos demasiado jóvenes como para resistir la agonía del adiós y la dicha del anhelo.


Escribir como auxilio, como objeto sagrado, para ahuyentar todas esas sombras que danzan en torno nuestro y no respetan hora.


Escribir por la conformidad o la inconformidad que te despierta este mundo, pero expresar una y otra vez, las ideas del amor del deseo, vivir para escribir, para encontrar ese algo que te haga despertar cada mañana.


Para encontrarte a ti mismo, para reencontrarte con alguien más, para dejar de mirar espaldas de personas que se van, para perseguir las ensoñaciones del mundo que se erige con letras.

Escribir también como muestra de que también eres uno más al lado de tantos y tantos escritores que escriben y que tampoco se guardan.

Y al mismo tiempo guardarse para sí mismos cosas que solo se expresan con las letras, escribir por la adicción a hacerlo.

Escribir acaso para ser los pies en otro planeta.

martes, 29 de abril de 2014

El sonido del silencio

Yo no sé si alguna vez aquello me ha pasado a mí, pero de lo que sí estoy seguro, es que quiero que me suceda todos los días, todo el tiempo, porque es lo único que me vincula con la realidad, mis pensamientos y mis ideas, que me hacen decir, que yo no voy a morir y solo quiero saber si realmente estoy vivo.


 Existe un fuego que abrasa mi pensamiento, mi cuerpo, consume todo o lo poco que soy y al final me deja sin aliento, entonces me siento vivo, no sé.

No sé si alguna vez han sentido su cuerpo desfallecer frente a la inmensidad del vacío…

No sé si alguna vez, pensando en la negativa que podría darles el futuro amor de su vida, han dado dos pasos de regreso por donde venían, ocultando la angustia y enterrado esa preocupación en una hoja de papel.

No sé si alguna vez hayan caminado por entre umbrales desconocidos, solamente por sentir la adrenalina de ser detectado por conocidos –nosotros somos los desconocidos-, y hayan tenido que salir de ahí para salvar la vida.

¿Cuántos han tenido la necesidad imperiosa de que esa máquina del tiempo termine de dar su recorrido infernal por el círculo que encierra su vida? Simplemente porque ya se han quedado sin amar y sin hojas que rayar, sin bordes de libro en los que escribir poemas, sin aerosol para marcar bardas, sin cortinas para derrochar canciones o incluso, sin palos de escoba con los cuales bailar en círculo, por horas y horas y horas...

No sé si alguna vez han dejado correr sus pensamientos y sus pies pensando en que así pronto llegarán al lugar que tanto desean, pero en un momento se detienen, solamente para caer en la cuenta que no tienen dónde ir y que no existe retorno posible.

No sé si alguna vez les ha pasado, tener esa patética idea de suponer que al repasar las líneas de algún texto, se suponemos que perpetuamos la vida de su autor y dejamos así la vida pasar en lugar de escribir nuestros propios versos o prosas.

Todas las madrugadas, despierto pensando hacer que estalle ese sol negro que ilumina toda la vida, no sé si alguna vez lo han intentado, no sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario