¿Por qué escribir?

¿Por qué escribir? ¿por qué?

Escribir para expresar tus ideas, para reflejar tú individualidad, escribir para trascender en el tiempo, para dejar constancia de tu existencia, escribir para evitar que el fuego te queme por dentro y convierta todo en cenizas precederás que se esfuman cuando llega el viento.


Escribir como un arrebato, como ese grito que no siempre se puede expresar, y que si se puede, luego se convierte en algo más. Como quien escribe sobre una servilleta y luego la abandona al viento o para otro uso práctico.

Escribir para vencer a la muerte. Escribir porque somos demasiado jóvenes como para resistir la agonía del adiós y la dicha del anhelo.


Escribir como auxilio, como objeto sagrado, para ahuyentar todas esas sombras que danzan en torno nuestro y no respetan hora.


Escribir por la conformidad o la inconformidad que te despierta este mundo, pero expresar una y otra vez, las ideas del amor del deseo, vivir para escribir, para encontrar ese algo que te haga despertar cada mañana.


Para encontrarte a ti mismo, para reencontrarte con alguien más, para dejar de mirar espaldas de personas que se van, para perseguir las ensoñaciones del mundo que se erige con letras.

Escribir también como muestra de que también eres uno más al lado de tantos y tantos escritores que escriben y que tampoco se guardan.

Y al mismo tiempo guardarse para sí mismos cosas que solo se expresan con las letras, escribir por la adicción a hacerlo.

Escribir acaso para ser los pies en otro planeta.

martes, 29 de abril de 2014

El gato de Schrödinger

-Tú no me amas. Solo amas una imagen en tu cabeza- Argumento amargamente Eli.

Jesús miraba al vacío, desolado por aquellas palabras, su cabeza rebuscaba indicios para rebatir esa absurda idea. Y una y otra vez se preguntaba sí es que las imágenes del pasado, no eran sino eso, imágenes fuera de una realidad tangible.

Una realidad que se había escurrido con el vaivén del presente y que ocasionaba una ruptura con el futuro que él vislumbraba dentro de su cabeza. Y al hacer un inventario introspectivo de todo lo que conocía solo atinó a decir.

-El gato de Schrödinger…

-¿El gato de quién?

-Erwin Schrödinger, fue un físico alemán, uno de los pioneros de la física cuántica, la física de las probabilidades…

-Otra vez una de tus absurdas ideas…

-No es lo que tú crees. Se trata sobre el futuro, sobre el futuro del universo y por ende nuestro futuro.

-No entiendo, nada- En la cara de Eli se reflejaba el gesto de la desilusión, no era la primera vez que Jesús mencionaba teorías físicas para explicar su situación de pareja.

Al inicio de su relación ese era uno de los atractivos de ese pobre y lánguido joven, un soñador empedernido obsesionado con las estrellas y aficionado a la astronomía, pero al paso del tiempo esos sueños no habían sino estorbado en su relación. Las extravagantes ideas sobre la vida y el universo, se habían quedado en eso en extravagantes ideas, que en un principio se vislumbraban cómo la solución a distintos problemas surgidos en el área de estudio de Jesús la física.

Y sin embargo el tiempo no había pasado en vano, y con él se llevó la confianza de ambos. Pero esa tarde Jesús se aferraba a sus creencias a sus sueños y sus aspiraciones y en el fondo de su cabeza se esforzaba por elaborar pensamientos y traducirlos en palabras.

-El experimento del gato Schrödinger consiste,  en meter a un gato en una caja junto con una botella de gas venenoso y un dispositivo, el cual contiene una partícula radiactiva con una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo dado, de manera que si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere.

Por un momento la mirada de Eli parecía la de antes, la de una mujer enamorada, la de una persona que añoraba el pasado, y que se sumergía en él, se empapaba y se regodeaba con esos recuerdos, era una lástima que solo fuera por un momento, por un breve instante.

Jesús lo noto y se apresuró a prolongar esa sensación, lo más posible. -En fin, el resultado de acuerdo con Schrödinger, era que no se podía tener certeza absoluta sobre sí el gato está vivo o muerto, por lo que la solución lógica era que se encontraba vivo y muerto a la vez.

-Pero eso es absurdo-reviro Eli- además no entiendo a dónde quieres llegar…

-El experimento de Schrödinger representa una paradoja, que en apariencia solo tiene dos posibles salidas. Sin embargo existe otra posibilidad.

La tercera posibilidad involucra a la conciencia universal de la existencia. Que implica que sí alguien observa algún fenómeno este de verdad está existiendo y significa que no estamos muertos. Porque compartimos el pensamiento de vivir.

Es decir que la única forma de saber sí estamos vivos es refirmar nuestra existencia, contrastándola con otros seres y con los sentidos que dan cuenta de los fenómenos que nos rodean.

Yo compartí contigo ese sentimiento de estar vivos, la caja del gato es este inmenso planeta, y las posibilidades son casi infinitas a diferencia del experimento de Schrödinger. Pero si observamos detenidamente los hechos que nos unieron podemos deducir que estamos unidos por nuestros pensamientos.

No fue casualidad que camináramos el mismo día por la misma calle y tampoco fue casualidad que la lluvia nos obligara a refugiarnos en el mismo portón, ni lo fue cuando miramos la misma estrella. Tampoco voy a decir que fue el destino, sino más bien una probabilidad entre millones, una probabilidad que aprovechamos en nuestro beneficio, por distintas razones, y a la vez por sentimientos similares.

No es coincidencia, que las leyes universales de la creación se fundieran en la conciencia de nuestra existencia. Y aun si así fuera, sería la coincidencia más hermosa de todas,  una coincidencia entre miles de millones que no podemos desaprovechar.

Lamentarse por cosas del pasado no tiene sentido, y no hay acto más revolucionario que los hechos que se apartan de la palabras, para hacerlas realidad. Así que sigamos teniendo conciencia universal de nuestra existencia, que trasciende el tiempo y se funde en la sensación de vivir.

Eli contemplaba los ojos encendidos de Jesús, y pensaba en todas las palabras, mientras dentro de su cabeza rememoraba todos esos momentos inolvidables, y se dio cuenta que fue cómo el primer día. Que se alegraba de su existencia y de esas extrañas posibilidades que había que aprovechar para ser feliz.

Tienes razón Jesús, no existió coincidencia en todo lo que pasó, todas las acciones, todos nuestros momentos fueron deliberadamente elegidos, por nosotros y en esta decisión, pero sobre todo, en su realización se manifestó de manera clara nuestra existencia.

Pero lo cierto es que no me comprendiste y has subestimado mis palabras, trataré de explicarme en términos simples, que son los únicos propios que manejo.

La imagen que has construido en tú cabeza no es menos real que todo lo que se encuentra alrededor de nosotros, sin embargo, tú has decidido construir un plan a partir del pasado y entonces darle sentido hoy, basándote en leyes físicas, te has perdido el presente y perdido todo interés en el futuro, no en la idea de un destino, sino en la construcción de lo que sucederá.

Es por eso que al escucharte, toda idea de regresar a un tiempo pasado en que nos encontramos bien o como dirías “en equilibro” se ha borrado de mi cabeza y al  contrario, me encuentro más decidida que antes a repartir nuestros caminos, esto también es una decisión mía y lo será tuya también.

Jesús hizo un esbozo de interrumpir el soliloquio de Eli, pero ella, siempre más veloz en sus movimientos, le hizo callar con el dedo índice sobre sus labios.

Es más, te explicaré lo que pasará: en tu mundo, nuestra separación representará algo así como la muerte del gato; la destrucción sentimental de tu corazón significará la pérdida de sentido de la física, pues las leyes universales se encontrarán en duda y cualquier ley que sea puesta en duda automáticamente deja de ser ley y entonces pasa a tomar el rango de teoría. Así se abrirá de manera intempestiva la posibilidad de las casualidades, una idea también bastante torpe ¿qué pasará entonces? La paradoja será tu existencia, la mía y la de muchos más.

En 10 minutos saldrá un avión con rumbo a Irlanda, yo subiré a ese avión y entonces tú te quedarás aquí pensando en lo que sigue, tendrás 40 minutos para decidir si abordarás el vuelo que te lleve a un nuevo trabajo en Bonn o bien, renunciarás a todo esto, porque el deseo de estar en otro lugar te obligará a buscar una respuesta o reafirmar lo que piensas.

Ella se alejó de Jesús, mientras él intentaba como el felino que arroja un zarpazo, hacerse con la mano de Eli y apoderarse un momento más de su presencia, de la armonía de su figura… pero se escapó y el vacío que se reflejaba en sus ojos dominó su cuerpo.

Antes de retirarse, Eli escurrió por entre los bolsillos de Jesús una pequeña nota. En aquella ponía:

“Coincido contigo, lo que decide las cosas es ir de las palabras a los hechos, pero estos jamás serán vagos, siempre buscarán la justicia y serán para uno y probablemente para varios más.
A dónde sea que vayas, al final de tres meses búscame, entonces tendrás algo que decirme, podremos encontrarnos otra vez, no sé, si espero algo, será otro combustible que te haga arder. En los últimos días he revisado tus papeles y en lo que trabajas, sospecho el tipo de conversación que tendremos así que me adelantaré un poco, en tus palabras, la existencia del gato no es imprescindible”.

Jesús se acercó a la taquilla, observo los horarios y destinos, estiró la mano con algunos billetes, recibió a cambio un boleto de avión con destino a Camboya. El trajín propio de la terminal le hizo fundirse con un montón de chaquetas, camisas, suéteres… negras, azules, café…

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